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Bush, el 43º presidente norteamericano, un republicano que empezó su mandato con el peor ataque terrorista perpetrado en Estados Unidos, deja ocho años más tarde a su sucesor, el demócrata Barack Okama, una herencia con la mayor crisis económica desde la Gran Depresión. Tras los atentados del 11-S, Bush desperdició el poco apoyo que los EEUU gozaban en el resto del mundo, con una guerra innecesaria. Y hundió su reputación internacional, al justificar la tortura. La guerra de Irak, con más de 4.000 estadounidenses muertos, costó 700.000 millones de dólares y podría llegar, según algunas estimaciones, a los 3.000.
Obama, un joven progresista de 47 años, descendiente de africanos, llegó a la Casa Blanca.
Muy pronto, el 20 de enero próximo Obama será investido en la Casa Blanca. Y Bush se irá para siempre. ¡Aleluya!
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